dimarts, 9 de juny del 2015

Mis 27 y mi mejor amigo

Hoy es mi cumple....! Yupi! 27 años y aquí estamos.
Pero vamos, que esto de tener 27 añitos no es ningún mérito.

Durante todo el día he ido recibiendo felicitaciones de gente que se acordaba (y/o se lo chivaba el facebook), y me ha hecho mucha ilusión. Siempre hace ilusión que se acuerden de una y le dediquen un minuto de su vida, que bien podrían estar usándolo para, yo que sé, sacarse un moco y tirarlo a la pared o para empezar una novela, es igual, cada uno que haga con su minuto lo que quiera. Pero sí es cierto, que es un día en el que te sientes querida, aunque haya sido un día de lo más normal.

Pero esta noche, cuando ponía a dormir a mi hijo, me he puesto a pensar en la cantidad de amigos que se han ido perdiendo por el camino.

Cuando uno es joven (ahora no os voy a descubrir ninguna verdad, esto ya lo sabéis todos) se cree que los amigos y las amigas van a durar para siempre, que nunca te faltarán aquellas personas, que siempre tendrán un momento para ti y que tú siempre siempre siempre tendrás un momento para ellas. Y no es así. Es triste cuando te das cuenta, pero es más triste aún cuando lo corroboras. Para que os hagáis una idea: es como la comunión y la confirmación.

¿Por qué te pones triste, Laia? 
No, no, es solo la introducción, tranquilos.

Pues bien, hoy entre todas las felicitaciones, he recibido una muy especial para mí. La de mi mejor amigo, sin duda. Cuando alguna vez me han preguntado: ¿quien es tu mejor amiga? Yo pensaba: amiga no, amigo, mi mejor amigo. De mejores amigas también tengo, pero esto va un paso más allá.

Me ha felicitado el primero, y hemos tenido una conversación durante todo el día, entrecortada, por que los dos trabajamos, pero muy agradable, muy sencilla, muy normal. Muy nuestra.
Y me he puesto a recordar las cosas que hemos pasado juntos, que no son pocas:

Empezamos la guardería juntos, ya ves, unos mocos; hicimos toda la primaria y la secundaria juntos también. Jugábamos a básquet juntos (la de peleas que teníamos por el básquet), bailábamos bailes de salón juntos (sí, sí, bailes de salón, y ojo cuidao, que éramos unos cracks con el cha-cha-cha), me arrastró a las clases de Taekwondo (yo con mis bambas Jordan); íbamos al casal juntos, me incluyó en su grupo de amigos del camping de verano... Me regalaba cada año una rosa por Sant Jordi (por suerte, ninguna de sus novias se ponía celosa), hicimos la comunión juntos (sí, yo hice la comunión...y después apostaté... of course).

Nos cuidábamos mucho y ...también... nos peleábamos mucho!!!

Me explicaba sus amoríos, yo no, por que no tenía jejejej, y cuando lo tuve, me amenazó de romperle las piernas si me hacía daño. (Palabra) .

Lo mejor de todo es que éramos tan amigos que no había ni un indicio sexual entre nosotros, nada, ni un gramo. Y eso era lo bonito. Más de una vez en el camping me habían preguntado sí él y yo nunca habíamos estado juntos. Y no se creían que la respuesta fuera no. Era como hablar de incesto!

Pues bien, esta personita y yo hablamos muy poco, por que no tenemos tiempo y porque nos movemos en espacios diferentes, pero eso no quiere decir que no nos acordemos el uno del otro. Es como una estrellita, que a veces se ve y a veces no, pero sé que está por ahí, ni me ve ni me escucha, pero está.

Que bonito que en 27 años mi mejor amigo no haya dejado de felicitarme ni un aniversario.