Hoy
es mi cumple....! Yupi! 27 años y aquí estamos.
Pero
vamos, que esto de tener 27 añitos no es ningún mérito.
Durante
todo el día he ido recibiendo felicitaciones de gente que se
acordaba (y/o se lo chivaba el facebook), y me ha hecho mucha
ilusión. Siempre hace ilusión que se acuerden de una y le dediquen
un minuto de su vida, que bien podrían estar usándolo para, yo que
sé, sacarse un moco y tirarlo a la pared o para empezar una novela,
es igual, cada uno que haga con su minuto lo que quiera. Pero sí es
cierto, que es un día en el que te sientes querida, aunque haya sido
un día de lo más normal.
Pero
esta noche, cuando ponía a dormir a mi hijo, me he puesto a pensar
en la cantidad de amigos que se han ido perdiendo por el camino.
Cuando
uno es joven (ahora no os voy a descubrir ninguna verdad, esto ya lo
sabéis todos) se cree que los amigos y las amigas van a durar para
siempre, que nunca te faltarán aquellas personas, que siempre
tendrán un momento para ti y que tú siempre siempre siempre tendrás
un momento para ellas. Y no es así. Es triste cuando te das cuenta,
pero es más triste aún cuando lo corroboras. Para que os hagáis
una idea: es como la comunión y la confirmación.
¿Por
qué te pones triste, Laia?
No, no, es solo la introducción,
tranquilos.
Pues
bien, hoy entre todas las felicitaciones, he recibido una muy
especial para mí.
La de mi mejor amigo, sin duda. Cuando alguna vez me han preguntado:
¿quien es tu mejor amiga? Yo pensaba: amiga no, amigo, mi mejor
amigo. De
mejores amigas también tengo, pero esto va un paso más allá.
Me
ha felicitado el primero, y hemos tenido una conversación durante
todo el día, entrecortada, por que los dos trabajamos, pero muy
agradable, muy
sencilla, muy normal. Muy nuestra.
Y
me he puesto a recordar las cosas que hemos pasado juntos, que no son
pocas:
Empezamos
la guardería juntos, ya ves, unos mocos; hicimos toda la primaria y
la secundaria juntos también. Jugábamos
a básquet juntos (la
de peleas que teníamos por el básquet),
bailábamos bailes de salón juntos (sí,
sí, bailes de salón, y ojo cuidao, que éramos unos cracks con el
cha-cha-cha),
me arrastró a las clases de Taekwondo (yo con mis bambas Jordan);
íbamos al casal juntos, me incluyó en su
grupo de amigos del
camping de verano... Me
regalaba cada año una rosa por Sant Jordi (por suerte, ninguna de
sus novias se ponía celosa), hicimos la comunión juntos (sí, yo
hice la comunión...y después apostaté... of course).
Nos
cuidábamos mucho y ...también... nos peleábamos mucho!!!
Me
explicaba sus amoríos, yo no, por que no tenía jejejej, y cuando lo
tuve, me amenazó de romperle las piernas si me hacía daño.
(Palabra) .
Lo
mejor de todo es que éramos tan amigos que no había ni un indicio
sexual entre nosotros, nada, ni un gramo. Y eso era lo bonito. Más
de una vez en el camping me habían preguntado sí él y yo nunca
habíamos estado juntos. Y no se creían que la respuesta fuera no.
Era como hablar de incesto!
Pues
bien, esta personita y yo hablamos muy poco, por que no tenemos
tiempo y porque nos movemos en espacios diferentes, pero eso no
quiere decir que no nos acordemos el uno del otro. Es como una
estrellita, que a veces se ve y a veces no, pero sé que está por
ahí, ni me ve ni me escucha, pero está.
Que
bonito que en 27 años mi mejor amigo no haya dejado de felicitarme
ni
un aniversario.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada